El ácido salicílico aporta múltiples beneficios para la piel. A esto se suma el hecho de que su estructura molecular se puede integrar perfectamente con aceites, cremas, limpiadores faciales y demás productos a base de agua. Esto lo convierte en un ingrediente esencial para gran variedad de productos cosméticos.
Generalmente, este ácido se disuelve en concentraciones de entre el 2 y el 5 %, dependiendo de los objetivos de cada producto y de las necesidades de cada persona. Sus aplicaciones van desde tratamientos para el acné, hasta la reparación de la barrera protectora para pies e hidratación de zonas con sequedad extrema.
¿Qué es el ácido salicílico?
El ácido salicílico es un sólido incoloro con tendencia a cristalizarse en forma de agujas. Sin embargo, es increíblemente soluble en alcohol etílico y éter, por lo que se puede diluir en infinidad de productos con estos ingredientes. También se le conoce bajo el nombre de ácido 2-hidroxibenzoico.
Para describir qué es el ácido salicílico, también hay que aclarar su procedencia. Dicho ácido fue aislado por primera vez de la corteza del sauce, donde se encuentra en grandes concentraciones. A día de hoy se obtiene industrialmente a partir de dióxido de carbono y fenóxido de sodio, con procesos altamente especializados, aunque rentables.